Selección de poemas del libro El emperrado corazón amora, Tusquets Editores, Barcelona, y Seix Barral (Planeta), Buenos Aires, 2011.
—Vasos
El pasado no debe
desbordar el fragil vaso donde el espíritu nada
como puede. Hay que haber si la substancia buscada de todo corazón tiene sombra, árboles para descansar.
El día que llega pasó por la rutina de los astros, dos mundos, dos ruedas para que todo siga contra la eternidad. La luciérnaga que enciende la mano
calienta su secreto en secreto.
La flor del trigo y la
miel de la peña niegan los oráculos lunares sin canto, las sentencias del hambre. Se desencadenó la tristeza del año pasado con su parte inferior.
En un campo de rojo metales hacen señas la pólvora y un rostro que no quiere salir, habitan la lengua sin libertad ni ejército que vivía en un campo rosado. — Vinos El vino malo recuerda a la lengua la rigurosidad de la locura, o pensar en cisne salvado del diluvio, la pasión por las distancias entre la hora y su hora, palomares donde aterrizan vientos, vidas, el horno donde se queman preguntas. ¿Adónde fuiste, pie descalzo? En los nervios del cosmos asoman lunas secretas de Tenochtitlan. ¿Quién lo olvida, quién olvida sus espejos simples de la tierra? La memoria tiene dos ojos, uno perdido en copias de la sangre, otro abierto a calles que el abajo les tiembla. La sombra del pasado se ata al pasado que no sucedió. — Abrazos Padre y madre guardan al hijo en una casa y quieren expulsarlo de él mismo, le incestan el alma con sus pasares, dolores, vacíos que nunca llenaron. Ese misterio se parece al fuego. Cátale sombras, fugitivo de lo que no te van a dar. Lágrimas pegadas a pestañas del tiempo el sol no seca y el cercalejos de la cristalización duelequé, sal secreta de un ojalá que yo de mí. Padre que hablaste, madre que dijiste, el amor no esta roto. Piensa. — Gárgaras Con cielo es más mejor. Se pegan astros a la lengua y la palabra sale muerta brillante. Garganta levantada al último sonido, tan dada en golpes, áspid que pica a la verguenza, discursos decisivos de la piedra con mirar. Cuántas cruces secretas rodaron en fangos de la voluntad de amor, la caballada que hacía su camino. Hay que remediar lo increado. El colibrí detiene el aire con brazos que no se ven, santísimos. En la lluvia callan nombres que vendrán. —
De pie Cielo sereno, aire sereno sobre pasiones ciegas y puertos que anclan madrugadas ebrias de su naufragio, vinos de la felicidad donde el mundo se detuvo. Gira la entrada de soles desconocidos, vientos que ninguno tocó. —
EL EMPERRADO CORAZÓN AMORA – Tusquets Editores, Barcelona, Seix Barral, Buenos Aires, 2011
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